En un entorno cambiante, adáptate o muere
Tenemos demasiado que hacer. Nos ha tocado vivir un tiempo en que debemos producir por encima de nuestras posibilidades, en que todo es urgente, en que todo cambia a velocidad de vértigo y en que las fuentes de distracciones son tantas y tan variadas, que en cada vez en más ocasiones nos encontramos vagando sin rumbo.
Por suerte, disponemos de herramientas para combatir esta situación.
Una de ellas, de la que solemos hacer uso cuando detectamos que tenemos más cosas que hacer que tiempo para hacerlas, es nuestro «modo Terminator». Una vez activo, nos centramos en hacer, hacer, y hacer. Nuestro yo irracional sabe mucho de esto; si tienes poco tiempo y mucho que hacer, a hacer rapidito y sin pausa.
En otras ocasiones nos tiramos al lado opuesto. Necesitamos cortar de raíz esta sensación de no controlar nuestra vida y vagar continuamente sin rumbo, así que nos tomamos un respiro y, no sin invertir energía mental por doquier, planificamos todos y cada uno de los detalles sobre lo que haremos las próximas cuatro semanas. Y nos sentimos mejor, por fin ya dominamos nuestro destino…
Sirvan como dos ejemplos sobre cómo se empeora lo que ya está mal.
En el primer caso, con tantas cosas que hacer, y sin embargo sin meditar detenidamente sobre qué es necesario, qué no lo es, qué puede esperar y qué no, qué puede obviarse… haremos muchas cosas, pero desde luego no las correctas. En el segundo, invertimos recursos en desarrollar unos planes que no llevaremos a cabo; el entorno y sus cambios a voluntad no lo permitirán, y no cumplir con ellos nos generará estrés y frustración. Estaremos peor que al principio.
Hemos de comenzar por reconocer algo: No sabemos afrontar de un modo adecuado el trabajo bajo el entorno que nos ha tocado vivir. Y léase trabajo de un modo global, todo aquello que queremos o debemos hacer y que vincule a cualesquiera que sean las áreas vitales a las que nos refiramos (también en el área personal).
Es preciso que hagamos algunas reflexiones:
¿Cómo podemos elegir con confianza qué es lo mejor que podemos hacer en cada momento, lo que más valor nos aporta, minimizando el impacto de ese entorno cambiante sobre nuestras decisiones?
Si el entorno cambia rápidamente, ¿para qué hacer planes detallados al extremo a medio/largo plazo, que seguramente se verán truncados a medio camino?
¿Qué podemos hacer para relacionarnos del modo más adecuado con un entorno que cambia rápidamente?
Podemos capturar todo aquello que llame nuestra atención, regresar de forma regular para pensar y decidir sobre qué hacer o no hacer con cada uno de esos asuntos que hemos capturado, ponernos recordatorios de las cosas que decidamos hacer repartidos en diferentes categorías que nos ayuden a ver lo que debemos ver en cada momento, reflexionar y poner al día de forma regular todas nuestras categorías de recordatorios, y actuar eligiendo de entre nuestros recordatorios qué hacer en cada momento con plena confianza en que estamos haciendo lo mejor que podemos hacer en ese momento concreto.
Podemos no planificar cuando no sea necesario. Y cuando lo sea, podemos establecer hitos o puntos de paso hacia lo que deseamos conseguir. De ese modo definiremos rumbo de un modo flexible, dejando los planes elaborados para aquellas situaciones no sujetas a los caprichos del destino.
Podemos adaptarnos al medio, trabajar de un modo efectivo aún si nos encontramos inmersos en un entorno cambiante y caprichoso. Y esto, se consigue determinando qué quieres conseguir, y qué puedes hacer ahora para avanzar. ¿Qué resultado deseo alcanzar? ¿Cuál es mi próxima acción, concreta y visible, que me acercará a ese resultado?
No es necesario saber qué harás después, o dentro de dos semanas. Define y actúa. Cuando hayas avanzado, podrás volver a definir cómo continuar. Pequeños pasos definidos en su momento oportuno, teniendo en cuenta la situación real y actual al momento de definirlos. De ese modo se navega entre el cambio, en lugar de enfrentarse a él.
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La versión original de este artículo está aquí.