El liderazgo cuando poder y dinero lo compran todo
Los consejos están por todas partes. Se cuelan en el timeline de tus redes sociales por decenas (en ocasiones porque has decidido que así sea, en otras porque es el tema de moda).
Cada día se publican nuevos libros, repletos de instrucciones y buenas prácticas. Nos invaden. En ocasiones llegan desde fuentes experimentadas, en otras simplemente llegan.
La gran mayoría de esas fuentes hablan de dirección empresarial, más que de liderazgo. Basta ver sus cartas de presentación para comprobar como justifican esa etiqueta por el mero hecho de haber tenido personas a su cargo. Y en el resto de casos, no puedo evitar tener la sensación de que se repiten los mismos eslóganes sobre los que todos hablan cuando aparece el término liderazgo, pero casi nadie para referirse a sus presuntos líderes.
No existe el manual del liderazgo, solamente características comunes a los líderes. Tampoco existen líderes que lo necesiten, solamente personas en puestos de dirección empresarial que querrían conocer sus secretos.
El futuro (de hecho, el presente) pide integrar la figura del líder con la de personas que ocupan esos puestos de dirección.
Será imposible mientras los autoproclamados líderes se vean en posición de premiar a otros líderes, o mientras se piense que el líder de una organización puede ocupar esa misma posición en cualquier otra organización con una misión diferente, valores diferentes y personas diferentes.
Si tienes una gran pasión por los grillos, podrías poner en marcha el club de amigos de los grillos. Planificar actividades, crear un boletín y montar encuentros. Y toda esa gente con la misma pasión y unos valores similares te seguirán, se inscribirán, y colaborarán.
Pero esto es prácticamente imposible en las organizaciones que hoy conocemos. Y esto ocurre porque muchas personas que las integran están ahí porque reciben un salario y salen a las 5pm. No comparten el propósito de la empresa, ni sus valores.
Muchas incluso te dirían que, en su organización, ese presunto propósito y valores existen sobre el papel, pero son una mera estrategia para tratar de vender más productos o servicios y desaparecen de puertas para adentro.
Que esto ocurra hace prácticamente imposible que las personas sigan a un líder con el que comparten una visión y unos valores, que además son los de la organización. En su lugar, lo más frecuente es ver como constantemente se trata de suplir esta carencia de los modos más inverosímiles.
Aún hoy se sigue creyendo que el dinero lo compra todo. O que para los puestos en las posiciones menos elevadas de la escala de mando vale cualquiera.
Sin embargo, todo sería más sencillo en una organización que sabe para qué existe. Una que lo dice. Que lo cumple con coherencia y que contrata a los más acérrimos seguidores de esas ideas, visión y valores para avanzar hacia ahí. Sin partir de esa visión y valores compartidos solamente existe directiva empresarial, no líderes ni personas que esperan ser lideradas. Cuando busquen liderazgo, quizá muchas podrían fijarse en la esencia del club de los amigos de los grillos.
Entrada publicada originalmente en el Blog de Sergio Pantiga.